Sinsentidos consentidos

Después de una semana de "retiro trabajonal" en Viena vuelvo al mundo real.
Ayer por la mañana descubro, cual Michelle Pfeiffer en lo que la verdad esconde, las mentiras del Prestige.
Por la noche me entero de que el bueno de Bush admite que la guerra de Irak ha causado 30.000 muertes de civiles pero que si volviese a verse en la tesitura volvería a iniciar la guerra (Aznar que yo sepa no dice nada ...). Y de que Terminator va a matar a un hombre acusado de asesinar a cuatro personas hace 26 años.
Esta mañana mientras yo me duchaba Schwarzenegger asesina a Stanley Williams y continua en su quehacer cotidiano.

En el periódico La Razón aparece la noticia:
La LOE incluye el hecho homosexual entre los fines de la educación. Y el presidente de la Confederación Nacional Católica de Padres de Alumnos (Concapa), Luis Carbonel dice que «no respetan el derecho de los padres a educar a nuestros hijos según nuestras convicciones». Supongo que son los mismo que piensan que las parejas homosexuales no pueden adoptar niños porque éstos sufrirían un trauma irreparable porque se sentirían "anormales" frente a los niños de padres heterosexuales. Entonces para evitar esta "anormalidad" lo mejor es que en los libros de texto sigan apareciendo papá y mamá, mamá hace la comida y la pone sobre la mesa para cuando llega papá cansado de trabajar. La hermanita juega con las muñecas y yo (niño) pego balonazos contra las lamparas mostrando mi potencia varonil. ¡Ay! que feliz familia.

En Hong Kong está la cumbre de OMC mientras Cuba sigue bloqueada por el todo poderoso EEUU y los paises del tercer mundo piden a gritos que el libre comercio no acabe con su Comercio Justo (que es comercio con justicia, visitad si quereis la página de Intermón Oxfam)


"La OMC nos empuja a la muerte", gritó un manifestante coreano mientras otros flotaban en las aguas turbias en una ciudad que, paradójicamente, debe gran parte de su prosperidad a una larga tradición en el comercio internacional ( El Mundo).

Con este mundo real en el que vivo no puedo más que mirar al cielo y pensar que este dios en el que no creo me está tomando el pelo mientras me entretiene contándole a mis alumnos las bondades del teorema de Taylor.